En Todas Somos Frida, la concepción escénica y la narrativa de la obra, surge de la pintura ¨Las Dos Fridas¨, pintada en el año 1939, en uno de los viajes a Nueva York de la pintora. Es una de las pinturas más icónicas de Frida, ya que hace referencia a su propia persona y en su propia dualidad ¨la Frida azul¨, y ¨la Frida blanca¨.
La primera, representa una Frida vestida de tehuana oaxaqueña, una mujer enamorada de su esposo Diego Rivera, con todos sus anhelos y sueños por delante, mientras que la otra Frida, vestida con un antiguo vestido al estilo Victoriano de encaje blanco, representa la otra visión de la pintora, el dolor de su alma. Ambas representan su propio ¨yo¨, reflejada en ella misma.
El texto se ha escrito a través de nexos de unión, elipsis progresivas y regresivas (saltos en el tiempo), a través de los cuales, dos actrices representan el consciente y el subconsciente de Frida, llevando al espectador en un viaje en el tiempo, a través del México de la Revolución Mexicana en 1910, hasta los viajes de Frida a los Estados Unidos de América y su paso por Europa por medio de sus pinturas como: ¨La columna rota¨, ¨Mis padres y yo¨, ¨Autorretrato de pelo corto¨, ¨Sin esperanza¨, ¨Autorretrato en la frontera entre México y los Estados Unidos¨, ¨Hospital Henry Ford¨, ¨Allá cuelga mi vestido¨, entre muchas otras. Cada escena representa una de estas pinturas, que van acompañadas de una canción o número musical.